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23 de November de 2022

Cansado del camino: Reavivando nuestra fe Eucarística


Director of Hispanic Initiatives
 

Jean-Jaques, conocido como James Tissot (1836-1902), es famoso por haber ido a lo que era en ese tiempo Palestina para esbozar temas que luego utilizó en su arte. Se puede ver la influencia de sus viajes especialmente en su pintura “La última cena”, una obra impactante para su época. Aun hoy, cuando la mayoría de la gente inmediatamente piensa en la obra maestra de Leonardo Da Vinci cuando se imaginan la última cena de Cristo, la imagen de Tissot es un verdadero punto de partida, y podría servir mucho para animar nuestro pensamiento durante este tiempo del Avivamiento Eucarístico.

Last supper - Tissot
 

En su “Última Cena”, Tissot conserva el momento escritural: Judas está a punto de partir; puedes verlo parado detrás de los apóstoles justo a la derecha, en el centro. Jesús está en el extremo derecho de la pintura, y parece que él y los apóstoles están cantando o rezando un himno al final de la comida. Al elegir ese momento, Tissot nos presenta algunos detalles interesantes y algunos desafíos que nos ayudan a revivir nuestra fe eucarística. Mire, por ejemplo, las vestiduras que usaban los apóstoles de espaldas a nosotros. Muestran signos de rasgaduras y están claramente desgastadas por el viaje. No parecen haber sido lavadas. Cada vez que venimos a la Eucaristía, esa es la condición de nuestras vidas. Estamos agotados por el viaje y venimos con nuestras vidas desordenadas y desgarradas. Y al mirar a aquellos con quienes nos reunimos, debemos dar la bienvenida a todos los que nos rodean. Necesitamos invitarlos a unirse a nosotros a aquellos que parecen estar un poco menos conectados con el mundo tal como lo conocemos, aquellos que quizá luchan por mantener intacta la casa o la familia. Claramente no se trata de ellos y nosotros: estar desaliñados parece ser nuestra suerte común.

Quizás la característica más llamativa de esta última cena es que todos los participantes están de pie, frente a Jesús con las manos elevadas en oración. Aquí, en lo que parece ser el final de la cena, parecieran estar listos para enfrentar lo que venga. Todos, excepto Judas y Jesús, no saben lo que está por suceder y probablemente eso sea lo mejor. Todos serán probados. Todos menos dos fracasarán en el cumplimiento de sus compromisos. Jesús mantiene su compromiso de amarnos hasta el final, y en un sentido irónico, Judas cumple las promesas que quizá nunca debió haber hecho, ya que traicionó al Señor.

Que esta imagen sea una inspiración para nosotros al celebrar la Eucaristía, cada semana. Necesitamos estar preparados para enfrentar un futuro desconocido. El cambio, como sabemos más que muchas generaciones, a veces llega rápido y requerirá mucho de nosotros. Con los apóstoles de pie ante el altar, de pie con Cristo, oremos para que tengamos éxito al enfrentar los desafíos desconocidos que enfrentaremos al día o semana siguiente. Al mismo tiempo, cuando nos alejamos de la mesa, incluso después de haber fallado, prometemos volver a la celebración de la Eucaristía, para ser esa comunidad que, de pie, se une honestamente con Cristo, trayendo nuestros éxitos y fracasos, y volviendo a comprometernos con el cuerpo y la sangre que se convierten en comida y bebida. Esto de seguro nos fortalecerán en nuestro viaje, sin importar cuán ásperas se vuelvan nuestras vidas.