Las oficinas de OCP permanecerán cerradas desde el martes 24 de diciembre hasta el miércoles 1 de enero por el feriado de Navidad y no se podrán atender llamadas telefónicas durante ese período. Aún está a tiempo de realizar pedidos en OCP.org, pero tenga en cuenta que sus pedidos no podrán ser enviados o despachados el 25 de diciembre ni el 1 de enero.

Blog

alternate language
17 de April de 2019

Agnus Dei, Cordero de Dios


Agnus Dei, Lamb of God

 

La definición de Agnus Dei, Cordero de Dios, no tiene complicaciones, es sencilla. En la Iglesia católica, el Cordero de Dios señala los textos litúrgicos cantados o recitados durante el rito de la fracción, cuando las especies eucarísticas del pan, ahora, el Cuerpo de Cristo, se rompe y un pequeño fragmento se agrega al cáliz. Después del rito viene la Invitación a la Comunión, la cual comienza: “Éste es el Cordero de Dios…”

El Cordero de Dios como sacrificio

Pero, ¿qué significa? En Today’s Liturgy dentro de la serie El Catecismo en la Iglesia Católica—, recientemente, se publicó uno de mis comentarios sobre Jesús, en el cual hice una referencia muy gráfica al Agnus Dei, en la Misa de Requiem de Duruflé:

“Con frecuencia hablo del deseo de ‘domesticar’ a Jesús; esta composición les recordará que la imagen del Cordero de Dios no tiene nada que ver con un zoológico de acariciar corderitos y sí, mucho, del oficio de un carnicero” [traducción del editor].

Quise comenzar aquí porque esta aclamación del pueblo se canta durante el rito de la fracción y, si no entendemos la teología eucarística que hay detrás del rito, no entenderemos la fracción; tampoco entenderíamos cómo se relaciona la Eucaristía con la naturaleza sacrificial de cada banquete que consumimos. El problema surge cuando la mayoría de la gente, que no conoce la crianza de ovejas, piensa en el cordero, como un animalito tierno que apenas comienza a vivir. Nada podría estar más lejos del uso de esta palabra en la expresión: “Cordero de Dios, Agnus Dei”.

Una vez, viajaba en Italia con amigos y, una noche, decidimos cocinar cordero para cenar. El tendero local nos pidió un día para procurar un cordero y cuando la gente vio la pierna del cordero, cayeron en cuenta de que era la pierna de un cordero que el día anterior saltaba por la campiña toscana. Fue tan fuerte la impresión que algunos no pudieron comer.

Actualmente, hay un distanciamiento infortunado entre muchos de nosotros y la fuente de nuestros alimentos: bien sea animales que consumimos destazados u hortalizas que se cosechan en los jardines. Eso nos da un pobre entendimiento de la Misa. Para que nosotros vivamos, otra(s) criatura que vive tiene que ser sacrificada. El Agnus Dei en la liturgia encierra esa crudeza real. Excepto que se trata de Jesús, el Cordero pascual, quien es sacrificado para que nosotros tengamos alimento, de cuerpo y alma.

El texto y su significado

El texto del Cordero de Dios es directo:

Agnus Dei, qui tollis peccata mundi,
miserere nobis.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi,
miserere nobis.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi,
dona nobis pacem.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.

Es para acompañar el rito de la fracción, y las dos primeras líneas se pueden repetir cuantas veces dure la fracción. La primera parte de la invocación es esencialmente una cita de Juan 1, 29, “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Éstas son las palabras de Juan Bautista cuando vio pasar a Jesús y, mientras bautizaba a los pecadores arrepentidos en el Río Jordán.

Esta oración litúrgica es uno de los muchos ejemplos en el Rito Romano, donde el texto de la Escritura es esencialmente copiado y puesto directamente en el libro litúrgico. En las Escrituras, la terminología del cordero también se refiere al Pueblo de Dios, al menos en el Evangelio de San Juan, Capítulo 21, donde Jesús le dice a San Pedro que alimente a sus ovejas y corderos. La naturaleza sacrificial de este cordero es reforzada por el texto del Apocalipsis, en el pasaje del Capítulo 5, “El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza” (5, 11–12). Entonces, no es cualquier cordero, ni los corderos de los villancicos de Navidad, sino Cristo, el cordero inmolado, a quien damos honor y gloria, reconociendo su poder, durante el rito de la fracción.

La música y el Agnus Dei

La estructura de la oración es como una letanía breve, en la cual el cantor canta la invocación, “Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo”, y el pueblo responde: “Ten piedad de nosotros”. Los músicos pastorales deben tener en cuenta la estructura y teología. Existe la tendencia entre algunos compositores y músicos de dar a este momento la apariencia de música de sala de descanso litúrgica. Pero, es una remembranza de lo que Jesús enseñó en el discurso del Pan de Vida, el cual causó que muchos de los seguidores de Jesús dijeran: “¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?” Y, entonces, puesto que una melodía rítmica no encaja aquí, en este momento debe reinar la admiración, pues profesamos que la presencia real de Cristo está allí para nosotros, en el pan sacramentado y en el vino sacrametado, cuando la hostia se fracciona por nosotros. La letra del Agnus Dei necesita ser apoyada por música que comunique el poder del rito. Después de todo, este es un momento verdaderamente importante porque, en la Iglesia primitiva, fue este momento el que dio a la celebración entera su nombre: “La Fracción del Pan”.

También puede ayudar que reflexionemos en la frase “Cordero de Dios”, tal cual aparece en otras partes de la liturgia y en la historia de la Misa. Casi la misma frase aparece en el Gloria a Dios (Gloria in Excelsis), donde se usa como título de Jesús. La imagen del Cordero también aparece en el Pregón Pascual (Exsultet), el cual se canta en el Lucernario, a la luz del cirio pascual, donde Jesús es aclamado como el Cordero inmolado por nosotros, por nuestra Pascua. La imagen del Cordero aparece más de 35 veces en distintos lugares del Misal Romano, pero, quizá, la parte más interesante es que es parte de la Antífona de Entrada de la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. Jesús gobierna como rey porque nos alimenta a todos; él es rey verdadero porque vino a servir a los demás.

Variaciones y textos similares

En años recientes de la historia de la liturgia, uno de los textos de funerales o de misas de recordación, era una variación de este texto, con estructura parecida, más o menos así:

Pie Jesu Domine,
Dona eis requiem. (×2)

Pie Jesu Domine,
Dona eis requiem sempiternam.

Piadoso Jesús,
dale(s) el descanso.

Piadoso Jesús,
dale(s) el descanso eterno.

Aunque se parece mucho, este texto se usaba en diferentes partes de la Misa, sorprendentemente, al final de la secuencia antes del Evangelio. Parte del texto incluía un título inquietante: “El Día de la Ira” (Dies iræ), un texto sobre la ira de Dios, el Juicio final, y de nuestra indignidad. Sólo después de 18 (!) versos de dolor y duelo viene, por fin, este verso de esperanza. Y, aunque litúrgicamente, este texto no tiene nada que ver con el Agnus Dei (Cordero de Dios), puede explicar por qué el Cordero de Dios se convirtió en algo así como un texto de consuelo. Históricamente, la primera indicación de que el Cordero de Dios, en el Rito Romano, procede del Liber Pontificalis (*), el cual atribuye a Sergio I, papa del siglo VII, la inclusión del Cordero de Dios en todas las celebraciones, excepto en la Vigilia Pascual. El Papa Sergio I provenía del Rito de Oriente, perteneciente a la Iglesia Católica que, entonces estaba más o menos unificada. Según la historia, fue alrededor de ese tiempo que hubo un influjo de cristianos griegos y sirios en Roma, debido a la tormentosa situación religiosa y política que sufría el Oriente Cercano y Oriente Medio. (* Liber Pontificalis, Libro de los Papas, desde San Pedro hasta el siglo XV).

Agnus Dei en el Rito Oriental

También, alrededor de ese tiempo, se agregó la tercera Misa de Navidad (la Misa de la Aurora) al calendario litúrgico. ¿Por qué ocurrió esto? Por el influjo de los católicos griegos en Roma, se designó una Iglesia a su comunidad, la de Santa Anastasia, en las cercanías del Circus Maximus (Circo romano). La fiesta de Santa Anastasia ocurría el 25 de diciembre, y el edificio de la iglesia designado fue la ahora Basílica Santa María la Mayor, el cual era el sitio de la Misa de Medianoche, y San Pedro en el Vaticano, que era el sitio de la Misa del Día. Y, entonces, el Papa, después de la Medianoche, para rendir sus respetos a la comunidad griega, se desplazaba a Santa Anastasia a celebrar su fiesta, lo cual sucedía al alba.

Con el influjo de los griegos y su espiritualidad propia, Sergio I llevó consigo una fuerte devoción a la imagen de Cristo como el Cordero de Dios, la cual, hoy todavía se puede encontrar en muchas familias litúrgicas de Oriente. Además, en muchas de las familias litúrgicas de Oriente, el pan para la Eucaristía se prepara antes de la Divina Liturgia al ser fraccionado de una hogaza grande. Esta porción central se llama “el Cordero”, y tiene una variedad de dimensiones simbólicas. Primero, se corta un trozo, luego se traspasa con un instrumento (de uso litúrgico) parecido a una lanza. Es poco probable no darse cuenta de la relación entre el sacrificio de Cristo y el cordero inmolado del Libro del Apocalipsis. Pero, aún hay más. Las oraciones que se recitan durante la preparación antes de traspasar el pan con la lanza, se refieren al segundo tema, el de Belén y el nacimiento de Cristo; y entonces, esos villancicos navideños que hacen referencia a corderos aparecen después de todo. Finalmente, una vez que el Cordero se corta y se traspasa, se cortan otras pequeñas fracciones. Primero, la pieza que se corta en honor a la Virgen María; luego, otras, como oración al santo N., pero, igualmente importantes son las piezas de intercesión por las varias personas que el sacerdote desea recordar durante la liturgia. Estas partes más pequeñas son parte de lo que se consagra, pero también sirven en la liturgia como una especie de vela votiva, para recordarle al sacerdote a aquellos por quienes el quiere orar. Esta dimensión intercesora nos recuerda que la Eucaristía es siempre, en cierto modo, una oración intercesora para “traer la paz y salvación de todo el mundo”, como lo dice la Plegaria Eucarística III. Ésta es en parte, la razón por la cual Pablo VI reinstituyó el signo de la paz para que nosotros lo hagamos durante la Misa. Y debe impactar cómo nos mostramos ante el Cordero de Dios en nuestras celebraciones.

Comparemos esto con el Misal Romano, donde la oración de preparación de las ofrendas se sitúa al inicio de la Liturgia Eucarística. Aquí, la oración es más breve y práctica, menos simbólica. Se refiere a la certeza de que el pan procede de las plantas y del trabajo de manos humanas. Gracias a Dios tenemos el Cordero de Dios, para recordarnos esta visión más amplia del significado de los elementos y, sobre todo, de lo que Cristo significa para nosotros cuando viene a nuestro altar como el Santísimo Sacramento. La Enciclopedia católica puede darnos más detalles históricos, pero, para los músicos pastorales, tener una visión teológica de este importante rito puede ayudar a planificar la música y preparar su participación en la liturgia.

Recapitulemos el contenido de esta serie

Con esto se completa la serie de breves reflexiones que he ofrecido —desde la entrada de la cruz procesional, pasando por el Acto Penitencial, la Aclamación al Evangelio, la Plegaria Eucarística y el Misterio de la Fe. Después de lo anterior, sigue la Comunión, la breve oración de Acción de Gracias después de la Comunión y, luego, fortalecidos por el poder de Cristo y, esencialmente, por el Señor Dios todopoderoso, estamos listos para enfrentar el mundo, hasta que, lo volvamos a hacer: mojar nuestros dedos con el agua bendita y seamos recibidos por la luz de las velas del altar, y celebremos, una vez más, el misterio de la fe. 

Glenn CJ Byer
Glenn CJ Byer

Glenn CJ Byer es autor de artículos y libros con temas litúrgicos y sobre el significado de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, preparación del Matrimonio, la renovación de iglesias y la unción de los enfermos. Es conferencista sobre el papel que desempeñan los ministros laicos en la Misa.

Esta serie de entradas de blog pretende ofrecer una mirada más profunda a varias de las partes que se suelen cantar durante la Misa, así como su origen, historia, uso actual, etc. Descubra más de esta serie: 

 

Para una lista completa de los arreglos musicales para la Misa en español y bilingües que ofrece OCP, lo invitamos a ver nuestra página arreglos para la Misa AQUÍ.